La prevaricación ideológica
Llevo varios meses sin escribir por estos lugares. He estado ocupado preparando mi final de licenciatura, mi defensa de tesis, etc. Eso no significa que el mundo haya seguido girando y hayan sucedido “cosas”. Aquí me dispongo a comentártelas según mi opinión.
Hace pocas semanas los alumnos de segundo de Bachiller se enfrentaron a las pruebas selectivas para entrar en la Universidad. Recuerdo satisfactoriamente aquellos exámenes y aquel tiempo que me ayudó en el ejercicio de la responsabilidad.
Sin embargo, tanto ayer como hoy, se sigue utilizando la educación — mucho más la educación pública — por parte de un sector llamado progresista, para ideologizar e imponer su pensamiento a los que todavía están formándose y quizás carezcan de criterios profundos para tomar las mejores decisiones y tener un pensamiento definido. Baste señalar la inmadurez que se destaca hoy en nuestra vida social, y la enorme influencia que puede suponer una ideologización en la etapa formativa.
“No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús” (Gal. 3, 28).
Me causa impresión haber visto en el examen de historia el texto que se ha escogido. En ese examen, se trataron diversos temas, entre ellos el franquismo — a ver qué alumno es tan chulo de decir que el franquismo fue una época esplendorosa — no solo lo suspenderán, sino que seguramente lo lleven a un correctorio, psicólogo, y ya de paso, que esté una temporada en la cárcel. Porque para este sector progre, no existe la libertad de expresión cuando se va en contra de sus ideas.
Maldito será el alumno que con la verdad histórica por delante, se haya atrevido a decir, que según informa Julián Marías en sus memorias, la Guerra Civil fue causa de la persecución religiosa propiciada por el Frente Popular y que aumentó su sangría contra la Iglesia, a medida que pasaban los años (1934–1936). Baste decir que en opiniones de historiadores válidos como Vicente Cárcel, la función de mediación de la Iglesia, con el cardenal Tedeschini al frente será crucial para evitar los conflictos. Sin embargo, eso no impedirá la persecución y la censura de libertades. Propiciando que la otra parte (la parte de la derecha), dijera ¡basta! Y se produjera el alzamiento militar. La Iglesia nunca ha justificado la violencia, pero no puede condenar a aquellos que salieron a luchar para defenderla de los quema templos, viola monjas y mata curas. Maldito será el alumno que bajo la influencia de estos historiadores, se atreva a decir la verdad frente a la dictadura progre.
Cabe resaltar (para evitar comentarios). El papel fundamental de la Iglesia, con el cardenal Tarancón al frente, para garantizar las libertades de los españoles y traer la democracia a este bendito país: España. Dando voz a todos, incluso a aquellos que hace años les robaron sus bienes, violaron sus cuerpos, y mataron sus vidas.
Pues bien, en ese examen, no sólo se quiere hablar del franquismo — entre otros temas escogidos — sino que, además, se quiere ideologizar, mezclando la moral de la Iglesia con la doctrina franquista, juzgando los acontecimientos históricos con los criterios actuales — algo que todo historiador se curará de no hacerlo — . Queriendo mostrar que la Iglesia es realmente machista, que pertenece a la época franquista, y hay que salir a luchar contra la clase masculina, para encontrar las garantías de la libertad, suprimiendo los géneros, y consiguiendo construir una sociedad de borregos, que vayan todos al compás de los dictadores del proletariado.
El comunismo se ha sentido cómodo en la lucha de clases. El contexto socio-cultural en el que nace, persigue los abusos y busca la equidad entre todos los ciudadanos. Las formas — revolución, lucha y dictadura del proletariado — , así como el materialismo exacerbado, recibirán la condena de la Iglesia. Hoy ese marxismo ya superado, ha encontrado nuevas formas dónde hacerse presente, sino la utopía comunista sería paso de la historia humana. La división de la sociedad en nuevas clases: hombre y mujer, heterosexuales y homosexuales, derechas e izquierdas, demócratas y fascistas… Hace que sigan promoviendo nuevas luchas, nuevos enfrentamientos, y los aprovechen para imponerse en la esfera pública.
Lo que no saben estos nuevos “constructores de borregos”, es que la Iglesia es la gran impulsora de la igualdad. Lean a san Pablo cuando dice: “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús” (Gal. 3, 28).
Lo que no puede ser es entender la igualdad como uniformidad, ni pretender justificar la diversidad con la división. Porque esta gente lo que hace es que por un lado hablan de igualdad, pero al final quieren que pienses como ellos y no seas libre (uniformidad); por otro lado hablan de promover la diversidad, pero la palabra adecuada es división, porque si no aceptas sus criterios, sus formas o sus palabras, no puedes convivir. Además, por parte de ellos se constata un profundo odio contra lo cristiano, promocionando otras culturas (cómo la islámica), para llegar a decir que la religión produce odio; mejor no ser religioso, sé materialista, cree en nosotros, y así podremos vivir del cuento, mientras tú trabajes para nosotros (dictadura del proletariado).
Poner el texto que se ha puesto en el examen, no quiere preguntar sobre la historia contemporánea de nuestro país, mucho menos con al franquismo. Se quiere aprovechar la estructura educativa para hacer una auténtica prevaricación ideológica, es decir, utilizar lo público para imponer mis ideas y utilizar el poder para imponer mi pensamiento.
Lo peor de todo es que nadie en la Iglesia haya levantado la voz. Yo no pretendo ser Mesías, ni portavoz, pero es necesario que al menos no decaigamos en la batalla ideológica, porque ahí perderemos a millones y millones de jóvenes, que tienen derecho a vivir y pensar en libertad.
Fotos del examen de historia citado: