Los bienes de la Iglesia
Escribí un artículo para la revista de la Hermandad de la Santo Sepulcro de Gandia, aquí os lo comparto:
Quizás este sea un tema arduo y pesante, aburrido dirían los más jóvenes. Pero también no deja de ser importante, pues sin los bienes necesarios la Iglesia no podría hacer frente a tantas y tantas obras de culto, celebración, educación, caridad… La Iglesia desde sus inicios ha administrado bienes para cumplir con sus fines, ha necesitado de lugares de culto, recipientes litúrgicos, tenían una bolsa en común con la que compartían todo lo necesario y ayudaban a los más pobres (cf. Hchos. 4, 32–36). La caridad no era un dar al que no tenía, no era un reparto de comida, bolsa o ropa, la caridad era, si tú acercas a la comunidad cristiana, verás que tendrás lo necesario para vivir. Así Benedicto XVI nos lo explica muy bien en su encíclica Caritas in Veritate (la Caridad en la Verdad).
El propio Jesús y la comunidad apostólica tenían bienes para vivir, el relato de la multiplicación de los peces (Mt. 14, 13–21), da a entender la necesidad de alimentar a los discípulos que le seguían. Además, los evangelios nos dan numerosos detalles con los cuales Jesús no era un mendigo errante: vestía con una túnica inconsútil — de una sola costura — (cf. Jn. 23), algo proprio de la gente elevada en su sociedad; celebró la última cena en una casa con dos pisos (cf. Lc. 22, 12), y el cáliz utilizado y venerado en la catedral de Valencia, ya sabemos que era una copa de un material noble. A la par no podemos olvidarnos de que Judas — el que lo entregó — era el administrador y, por tanto, llevaba la bolsa con el dinero (Jn. 13, 29).
Con todo ello queremos dejar de manifiesto que los bienes son necesarios para vivir. La Iglesia desde los inicios de los tiempos ha administrado sus propios bienes, y estos por el paso del tiempo y la expansión, han recibido el nombre de bienes eclesiásticos.
También las cofradías forman parte de la Iglesia, es más, son Iglesia. Por eso sus bienes forman parte de todo el conjunto eclesial y deben ser administrados según las normas de la Iglesia.
Todo lo que tiene la Iglesia es y existe para evangelizar o para sostener la obra de evangelización. No se entiende como hoy muchos bienes eclesiales, que podrían ser utilizados para hacer el bien y fomentar la expresión cultural cristiana, son utilizados por entidades contrarias incluso a la fe católica.
La corresponsabilidad de las cofradías es muy grande, las juntas directivas deben tomar conciencia de la necesidad de administrar y conservar lo mejor que puedan todos sus bienes, porque incluso algunos de estos bienes, aparte de ser bienes eclesiales, son bienes sagrados, y su atención y valor, es mucho mayor.
El esfuerzo que tienen que hacer parroquias, cofradías, y entidades católicas es muy grande. Estos bienes no son para el disfrute de unos pocos. Al final todo lo que hace la Iglesia, ya sabemos que repercute en beneficio de la sociedad. Si no, no se interesarían en declaraciones vanas y estériles, como son las declaraciones B.R.L., B.I.C., o fiestas de interés turístico. A nosotros los católicos poco nos debe importar todo esto, lo que nos debe importar como cofrades y como cristianos, es que la gente crea, y los postureos políticos, propios de fotos e interés partidistas, ¡lejos de nosotros! Nuestro interés debe ser que los cofrades disfruten, que la gente tenga ganas de ser de la hermandad, que estén a gusto en Misa, que vayan a rezar, que sus familias se mantengan unidas, y que sus problemas sean mis problemas, y que entre todos nos ayudemos a vivir. ¡Para eso utilizo y utilizaré los bienes! Y, por cierto, así actúa la Iglesia y así actuará.