¿Respeto?, sí, pero para todos y con todos.

El blog de Paco Llorens
3 min readMar 7, 2021

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Mural de les Dones de Gandía, pintado con spray. Foto: Facebook

Llega el 8 de marzo, día en teoría, en defensa de la mujer, que bajo la máscara de la igualdad y el respeto, cada vez más se está convirtiendo en un instrumento de propaganda política progresista, en la que la promoción de la ideología de género y el fomento de la lucha de clases, a través de la lucha entre sexos, es más que notoria.

Durante estos días en mi ciudad natal de Gandia, ciertos políticos de índole progresista se han indignado, porque un mural en el que hay pintadas rostros de mujeres “referentes” del feminismo — seleccionadas por ellos, ¡faltaría más! –, ha sido atacado con pintadas de spray y, ha estropeado su obra de propaganda ideológica. Digo que es de propaganda ideológica pues la ciudadanía no puede verse representada en su totalidad en esos rostros ahí plasmados, ahí faltarían seguramente otras mujeres. Evidentemente, no cuestiono la historia y la vida de estas mujeres, pero ciertamente, si abrimos el debate, seguro que diríamos que quizás puedan haber otros rostros mucho más referenciales que los escogidos, según el pensamiento, la historia, o la cultura de cada persona. Si se me permite el pensamiento, estos rostros han sido escogidos, porque en sus significados sirven para imponer esa “expresión cultural” de la lucha de clases por la igualdad.

Llevo varios días rezando y pensando si realmente el ataque con spray o el vandalismo callejero, ante la rotura de carteles expuestos en el centro de la ciudad ducal, es algo digno de condenar. Y la verdad es que me ha sido fácil ponerme en su situación. Entiendo perfectamente su enfado y su indignación porque yo la he sentido en varias ocasiones.

Murales rotos en el centro de Gandia. Foto: Facebook

Hace pocos días los católicos tuvimos que soportar como nuestra fe, nuestra visión antropológica de la vida, y nuestras personas consagradas como son religiosas, sacerdotes y obispos se veían burlados y atacados por un videoclip de un grupo de música. La gravedad del asunto es mucho mayor, cuando el lugar escogido para grabar ese videoclip, es un lugar sagrado para los católicos de Gandia, pues se permitió la grabación en la casa natalicia del patrón de la ciudad san Francisco de Borja.

Entiendo perfectamente su indignación porque hace unos cuatro años, los católicos tuvimos que soportar que la noticia de la Semana Santa de nuestra ciudad, no fuese nuestro esplendor, nuestro arte, nuestra religiosidad, sino que gracias a un concejal, no sólo se vio atacada y manipulada la palabra de nuestros pastores y nuestro magisterio, sino que la noticia fue un escándalo manipulado y sacado de contexto, para obtener protagonismo y no fomentar la “expresión cultural” de lo que es nuestra religiosidad popular.

Entiendo perfectamente su malestar, porque hace apenas cinco años, los católicos de Gandia tuvimos que soportar el insulto y la descalificación en la fiesta de nuestro patrón san Francisco de Borja, a la persona de nuestro Cardenal-Arzobispo, que había venido a presidir la solemne celebración.

Por eso valga nuestra condena al vandalismo y a los ataques a la libertad de expresión, cuya libertad termina cuando se convierte en un ataque a la persona y no a las ideas. Entiendo perfectamente su indignación, pues yo también me indigno cuando ellos atacan mi fe.

Busquemos puntos de encuentro y de diálogo, luchemos juntos contra la intolerancia, vivamos el respeto. Ciertamente, la religión católica, promueve desde sus inicios la cultura de la igualdad y del encuentro con el diferente. Valgan estas palabras del apóstol Pablo para darnos cuenta: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal. 3, 28).

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